viernes, 12 de diciembre de 2014

PAPILOMA HUMANO

¿Cómo se producen los condilomas?
Son el producto de una infección que se adquiere por contacto sexual. El hombre actúa como diseminador o transmisor de la infección, pero sólo desarrolla los condilomas. En cambio, en la mujer, algunos tipos del papilomavirus quedan acantonados en las células del cuello del útero. A lo largo de los años, pueden causar una alteración progresiva de estas células, que puede acabar en un cáncer de esta zona. Sin embargo, esta evolución es infrecuente, ya que el 90 % de las mujeres eliminan la infección a los 2 años. Sólo persiste en un 5-10 % de las pacientes, y es en éstas donde puede llegar a aparecer el tumor pasado el tiempo, entre unos 5 y 15 años.
¿Qué tipos de papilomavirus existen y cuáles son los más peligrosos?
Se han descrito más de 100 tipos de este virus. En relación con su capacidad para provocar cáncer, se clasifican en tipos de alto y bajo grado de riesgo oncológico. Los tipos 16 y 18, de alto grado, son los causantes más frecuentes de cáncer de cuello uterino.

Verruga genital
¿Qué síntomas causa?
La verruga genital o condiloma  tiene el clásico aspecto de las verrugas víricas, es decir, crecimientos más o menos cupuliformes o espiculados, agrupados sobre las zonas genitales, como el glande, pene y escroto en el hombre, o los labios mayores y menores en la mujer. No es raro que aparezcan en la zona anal, incluso en ausencia de relaciones anales. En el hombre son más fáciles de detectar con la exploración física, pero en la mujer pueden estar más escondidos en los pliegues de la vulva y la vagina, y es necesario que la exploración la practique un ginecólogo, examinando la zona externa y también interna.
¿Qué tratamiento y prevención existe?
El tratamiento dirigido a eliminar los condilomas se basa en métodos destructivos de los mismos, como la crioterapia (congelación con nitrógeno), el láser o el electrobisturí . Existen además medicamentos en crema como el imiquimod, que persiguen estimular las defensas antivíricas de la piel para eliminar el virus.
En los países desarrollados, todas las mujeres se someten periódicamente a una revisión ginecológica en la que se toman muestras en la vagina y el cuello del útero, practicándose la citología mediante el test de Papanicolau. Estas revisiones han reducido espectacularmente la incidencia de cáncer del cuello uterino, pero en los países menos desarrollados este cáncer sigue siendo frecuente y ocasiona una elevada mortalidad.
Además, desde hace pocos años se vacuna a las niñas antes de iniciar sus relaciones sexuales con una vacuna que protege frente a la infección por los serotipos 16 y 18 del papilomavirus, y es de esperar que dichas campañas de vacunación consigan reducir el número de casos de cáncer en el futuro.
La prevención de la transmisión del virus se basa lógicamente en el sexo seguro mediante preservativo.

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